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La granadilla, un contraste sorprendente

granadillaMi último viaje a Ecuador fue toda una expedición a explorar y descubrir ingredientes, platillos y frutas nuevas que me maravillaron. Una de ellas fue la granadilla. Por fuera parece una naranja, aunque de piel más dura, lisa y brillante. Pero lo que sorprende es su pulpa, que consiste solo en un grupo de numerosas semillas negras, planas, comestibles y cubiertas por una sustancia translúcida, gelatinosa, muy dulce y aromática.

Si te recuerda a la fruta de la pasión, estás en lo cierto, porque es de la misma familia: la pasiflora. Es originaria de América del Sur, sobre todo Colombia, Nicaragua, Perú, Ecuador y Bolivia, aunque también se cultiva en Estados Unidos y la India. En Venezuela la llaman “parchita amarilla” y en Hawái, water lemon.

Lo mejor es saborearla cruda, abriéndola con los dedos y comiéndote su pulpa con una cuchara. Aún recuerdo la primera vez que me eché a la boca una cucharadita de granadilla. La sensación desconocida de masticar esas semillas crujientes mezcladas con la gelatina tan dulce fue un contraste ¡que me encantó!

En Perú, por ejemplo, se usa mucho. Al ser tan aromática, es perfecta para hacer postres, yogur, helado, mermeladas, jaleas y hasta perfumes. También se hace una refrescante bebida, colando la pulpa y añadiendo agua. Incluso la usan mucho en cócteles como su tradicional “Pisco Sour”.

Además de ser deliciosa, contiene calcio, potasio, fibra, hierro, fósforo y vitaminas. Si te sientes nerviosa, la granadilla actúa como un tranquilizante o sedante natural. Y hasta se ha comprobado que frena el desarrollo de tumores.

Si aún no la conoces, te encantará. Y si eres como yo, que me encanta eso de descubrir y probar cosas nuevas, ni te lo pienses, ¡la granadilla no muerde!

 
 
 
 
 
 
 

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