
La siempre crujiente jícama
Seguro que la has visto en el mercado y has dudado de si era una variedad de papa, malanga o nabo gigante. Desde hoy sabrás que ese tubérculo se llama jícama o nabo mexicano y no podrás resistir la tentación de llevártelo a casa.
La jícama es típica de México y Centroamérica. Su planta es una enredadera con fama de venenosa, solo su raíz es comestible. Su piel es fina, de color marrón y encierra una pulpa crujiente y jugosa, quizás algo parecida al melón verde, incluso te puede recordar a la castaña de agua. Tanto es así que muchos restaurantes orientales usan jícama en lugar de esta castaña, que es más cara.
En el mercado elige jícamas no muy grandes, firmes y pesadas. Envuelta en plástico se conserva en la nevera por varios días y se conserva bien en un lugar fresco y oscuro hasta por una o dos semanas.
Quítale siempre la piel y también la primera capa de pulpa directamente bajo la piel porque a veces suele ser demasiado fibrosa. Si no la usas inmediatamente, ponla en un recipiente hermético cubierta con agua fría para mantenerla crujiente en la nevera y que no se te ponga negra.
Puedes usarla en ensalada de frutas o con varios tipos de lechugas y vegetales. Siempre añade un bocado jugoso, crujiente y dulce a cualquier plato, incluso yo lo uso para aperitivos estilo “montadito” con ensalada de atún, ceviche o un tartar. Como snack solita o rociada con jugo de lima y chili en polvo es un clásico… y con aguacate, cortada en finas tiras y con un aderezo de cítricos, cebolla roja y cilantro, riquísima. Incluso en “salsas” con mango, tomate, limón y cilantro… mmm. Pruébala hasta en un jugo, está repleta de agua ¡así que funciona perfectamente!
Si quieres bajar un poco de peso, la jícama será tu perfecta “papa asada”, ya que tiene muy pocas calorías, mucha fibra, vitamina C y para colmo nos llena de energía.
Dale un toque crujiente y muy saludable a tus platillos. ¡La jícama no muerde… la querrás morder tú enterita!
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